Etapa 12, Melide – Santiago
Nada mas salir de Melide, nos topamos con Santa Maria de Melide, donde podremos sellar en su iglesia. Si hemos dejado mucho espacio en nuestra credencial por sellar, vale la pena que aprovechemos cada oportunidad y dejar al final el último sello para la oficina del peregrino de Santiago.
Desde aquí nos dirigimos a Raido penetrando en un tupido bosque, de aquí llegamos al caserío de Parabispo y a la aldea de Boente. A partir de aquí iniciamos un descenso hasta un río y seguimos con la tónica de las ultimas etapas gallegas, un continuo sube y baja que nos hará llamar a esta etapa como en el argot ciclista «rompepiernas».
Las corredoiras y los frondosos bosques ( ahora de magníficos eucaliptos ) nos seguirán acompañando hasta las mismísimas puertas de Santiago.
Antes de llegar a Arzúa, soportamos otra ración de toboganes y atravesamos las pequeñas localidades de Castañeda y Ribadiso de Baixo.
En esta etapa la contradicción se apoderará de nosotros, seguiremos avanzando hacia delate pero no querremos llegar a Santiago, en nuestro interior sabemos que pronto dejaremos de ser bicigrinos, nuestra aventura acabará. Seguimos pasando pequeñas aldeas y seguimos con el sube y baja, traspasamos, Pregontoño, A Peroxa, Calzada, Calle, Boavista y Salceda. A partir de Salceda el camino coquetea con la carretera y en su recorrido la atraviesa de un lado al otro. Ascendemos al alto de Santa Irene y descendemos en dirección a Rúa y Pedrouzo.
Más pistas y corredoiras entre frondosos bosques de eucaliptos. Pasamos por las aldeas de Cimadevilla y San Paio, y nos acercamos a Labacolla, donde ya podemos percibir el rumor de los aviones y podemos verlos surcar el cielo muy cerca de nosotros. Otro síntoma que nos hace tomar conciencia de la cercanía de Santiago.
A partir de aquí ya entramos en zonas residenciales y por asfalto iniciamos el ascenso a Monto do Gozo, se nos puede hacer duro, por la resistencia a llegar o por que realmente la pendiente se las trae.
En Monte do Gozo, podemos admirar en la lejanía (si queremos) las torres de la catedral de Santiago, nuestra aventura toca a su fin.
Iniciamos el descenso, sin ganas al valle donde se encuentra Santiago de Compostela, pasamos junto a una autovía y después de una larga travesía, accedemos al casco antiguo donde por callejuelas empedradas y impregnadas de tradición Jacobea por todos sitios dirigimos nuestra compañera de viaje a la plaza del Obradoiro, a la imponente vista de la catedral de Santiago de Compostela.
Muy cerca de la catedral, encontraremos la oficina del peregrino, donde podemos sellar por ultima vez nuestra credencial y obtener el salvoconducto a nuestro cielo particular, la Compostela. Si nos es posible, es aconsejable buscar albergue y en contra de lo que parece al llegar, ( todo el mundo te ofrece habitación, pensión, hotel y esas cosas ) en Santiago hay uno de los mejores albergues del camino y muy cerca del centro, ( el albergue del Seminario Menor ) , podemos descansar y dejar para el día siguiente por la mañana, la visita a la catedral, el ritual del paso por el pórtico de la gloria, el abrazo al apóstol y la misa del peregrino.
A partir de ahora un virus correrá para siempre por nuestras venas.. el virus del camino de Santiago.
Otros proyectos comenzarán a fraguar en nuestras cabezas, otros caminos y dejaremos atrás amigos.
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